Pirro de Epiro
318-272 a. C.
Te lo dije claramente: a partir de este momento, eres la
única responsable de todo lo que le suceda a nuestra hija.
Puedes decirle que me desaparecí de su vida. Tienes el poder
de hacerlo porque nuestra hija solo te escucha a ti, porque vive contigo y solo
tiene acceso a tu versión.
Puedes decirle que le miento, porque no tienes la capacidad
de aceptar que cometiste un error, y ahora no puedes dar marcha atrás: debes
seguir con tu convicción aunque esté sostenida en una nube.
Puedes decirle que nunca me he hecho cargo de ella, que tú
eres la única que la sostiene. ¿Qué vas a hacer el día que ella vea que siempre
he cumplido con mis obligaciones? ¿Qué vas a hacer cuando sepa que tiene
escuela, casa y alimento porque tú recibes su pensión de mi parte?
Puedes decirle que al despedirme de ella la estoy
abandonando, que siempre tuviste la razón al decirle que no me interesaba, y seguramente te creerá porque no puede preguntarme la razón del adiós
que hoy le di, para liberarla de este proceso.
Puedes romper todas las cartas que le he escrito. Puedes
tirar a la basura todos los regalos que le he hecho. Pero ya no puedes impedir
que ella sepa que tiene un padre que siempre ha luchado por su bien.
Puedes seguir echando tierra y piedras y desechos sobre mi
imagen. Nunca podrás impedir que la realidad germine.
Puedes decirle al mundo que soy el peor de los padres, que
soy un monstruo que no merece ver crecer a nuestra hija. Muchos te lo creerán
como te lo han creído desde que comenzó todo.
Puedes decirle al mundo que le hice lo peor. Necesitas
aferrarte a la historia que inventaste, para que tenga justificación todo lo
que haces.
Puedes decirte que eres la mejor madre. Repítelo una y otra
vez ante el espejo. Lo necesitas. ¿Pero tienes idea de lo que necesita nuestra
hija? ¿Te has preguntado alguna vez qué harás para ayudarla a sanar su corazón?
Eres tan parecida a esas personas.
Pero ahora ya no podrás echarme la culpa de nada. Tus decisiones son tu responsabilidad y de nadie más.
Lo has conseguido. Me has sacado de la vida de nuestra hija. Ganaste. Quédate con esa creencia, hasta que tu victoria te haya alcanzado.