martes, 19 de junio de 2012

Descubrir el cielo

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.

Hija:

Hace cuatro años el Día del Padre fue uno muy especial. Lo recuerdo como si hubiera sido en realidad el primero. Unos días antes descubrí que en el Centro Nacional de las Artes habría un concierto especial para celebrar la fecha. Tocarían piezas de Debussy y Albéniz, para cerrar con una de mis grandes favoritas: Rhapsody in Blue.

Los puntos suspensivos en el póster anunciaban sorpresas. Pero lo mejor es que invitaban a niños de todas las edades, algo nada frecuente para el tipo de espectáculo.

Cuando llegamos, tú estabas dormida en brazos de mamá. Tenías apenas un año y meses. Ya caminabas, ya me habías derretido con la primera vez que me dijiste “papá”. Y me encantaba la idea de que éste sería tu primer concierto de la música que disfruto tanto.

Durante la primera parte soñaste envuelta en atmósferas como las del hermoso "Claro de luna" que tanto te gusta, o el vértigo apasionado de "Asturias". Te miraba preguntándome qué imágenes podían visitarte en esos momentos, qué sentirías, qué significaría para ti toda esa belleza sin palabras.

En la segunda parte, despertaste al sonido de unas voces que te llamaron. Abriste tus ojitos sorprendida por la penumbra que no te asustó, para seguir el camino de una luz y encontrar a las dueñas de esos sonidos. Te hipnotizaron. Las mirabas callada, agarrándote al respaldo del asiento que estaba adelante, como si quisieras asegurarte de que estabas despierta. Entonces volteaste hacia nosotros con una gran sonrisa, porque esa sorpresa te hacía muy feliz, y comenzaste a hacer la mímica de que cantabas también con ellas.

Ese día descubrimos juntos a estas chicas que entonces no llegaban a los veinte años. Todo el tiempo las escuchaste sin perder la atención, bailaste con ellas. Y yo fascinado viéndote disfrutar  standards del jazz como "Night and day", orgulloso porque heredaste de tu lado paterno el amor por la música y tal vez la voz de la abuela.

Cuando terminó su participación, subieron a las gradas para sentarse en la misma fila que nosotros; fuiste a donde se sentaron para regalarles tu sonrisa y ellas te agradecieron enternecidas. Tres años más tarde lanzaron su primer disco, Amartya (El que nunca muere), con canciones propias y un futuro promisorio en el jazz mexicano; ellas son las hermanas Ingrid y Jeniffer Beaujean.

Después vino la "Rapsodia en azul", ese himno a la determinación por alcanzar los sueños que  te hizo bailar, escuchar detenida, mecer tu cabeza al ritmo a veces vertiginoso, a veces acompasado de esta historia llena de momentos fuertes y reflexivos, pero sobre todo de una energía que te invita a enfrentar la vida con firmeza.

Se dice que en realidad hay que traducir blue al español en su significado de melancolía, pero si bien hay momentos en que ese estado de ánimo es el aura que ilumina, definitivamente hay mucho más que eso: búsquedas, encuentros y esperanza en todo momento. Elementos que pareciera que al final descubren un cielo azul que anuncia que ha llegado el momento de la vida fértil.

Cuatro años después, vuelvo a inspirarme en esa música y en ese día que siempre voy a recordar. Hoy el cielo es gris porque han llegado los meses de lluvia, pero así son las estaciones: hay tiempos para dejar salir todo y andar ligeros, o para dejar que el agua limpie y alimente la vida, o para cambiar de piel y al final del círculo, protegernos del frío, recogerse, ver lo que se ha hecho y lo que se hará. Prepararse para cuando el ciclo comience de nuevo, pero aun más: participar en el proceso, hacer lo necesario para que llegue otra vez el cielo azul.

Te ama,

Papá