domingo, 8 de marzo de 2015

Carta a una madre que separó a su hija de su padre



"Otra victoria como esta y estamos perdidos"

Pirro de Epiro
318-272 a. C.

Te lo dije claramente: a partir de este momento, eres la única responsable de todo lo que le suceda a nuestra hija.

Puedes decirle que me desaparecí de su vida. Tienes el poder de hacerlo porque nuestra hija solo te escucha a ti, porque vive contigo y solo tiene acceso a tu versión.

Puedes decirle que le miento, porque no tienes la capacidad de aceptar que cometiste un error, y ahora no puedes dar marcha atrás: debes seguir con tu convicción aunque esté sostenida en una nube.

Puedes decirle que nunca me he hecho cargo de ella, que tú eres la única que la sostiene. ¿Qué vas a hacer el día que ella vea que siempre he cumplido con mis obligaciones? ¿Qué vas a hacer cuando sepa que tiene escuela, casa y alimento porque tú recibes su pensión de mi parte?

Puedes decirle que al despedirme de ella la estoy abandonando, que siempre tuviste la razón al decirle que no me interesaba, y seguramente te creerá porque no puede preguntarme la razón del adiós que hoy le di, para liberarla de este proceso.

Puedes romper todas las cartas que le he escrito. Puedes tirar a la basura todos los regalos que le he hecho. Pero ya no puedes impedir que ella sepa que tiene un padre que siempre ha luchado por su bien.

Puedes seguir echando tierra y piedras y desechos sobre mi imagen. Nunca podrás impedir que la realidad germine.

Puedes decirle al mundo que soy el peor de los padres, que soy un monstruo que no merece ver crecer a nuestra hija. Muchos te lo creerán como te lo han creído desde que comenzó todo.

Puedes decirle al mundo que le hice lo peor. Necesitas aferrarte a la historia que inventaste, para que tenga justificación todo lo que haces.

Puedes decirte que eres la mejor madre. Repítelo una y otra vez ante el espejo. Lo necesitas. ¿Pero tienes idea de lo que necesita nuestra hija? ¿Te has preguntado alguna vez qué harás para ayudarla a sanar su corazón?

No eres la única que actúa así. En estos meses he visto la escena repetida una y otra vez, con sus variaciones: niñas y niños negándose a estar un rato aunque sea con la mamá o el papá que no vive con ellos, y buscando la mirada satisfecha de quien los tiene en su poder.

Eres tan parecida a esas personas.

Pero ahora ya no podrás echarme la culpa de nada. Tus decisiones son tu responsabilidad y de nadie más.

Lo has conseguido. Me has sacado de la vida de nuestra hija. Ganaste. Quédate con esa creencia, hasta que tu victoria te haya alcanzado.